miércoles, noviembre 15, 2000

Tres formas simples para deshacerse de una persona cuando la relación colapsa

A menudo sucede que las relaciones -esos curiosos vínculos que las personas suelen construir sobre bases nada confiables como lo son los sentimientos y demás chanfainas- suelen acercarse a ese punto de ebullición llamado colapso.

Cuando esto pasa, quedan pocas soluciones. La primera, y más salomónica, es la aceptación de ambas partes, de que esta tontería de la relación, del enamoramiento, o como se quiera, ya fue. Así que se dice good bye y listo. Besito en el cachete. Cachetada a lo máximo. Alguito de llanto. Y punto. Todos felices. A buscar, otra vez -y quien quiera ser masoquista- una nueva relación de estas que solo hacen que el sufrimiento, el odio y la desesperación, se vuelvan palabras de moda.

Cuando la separación común y silvestre es imposible, por haberse perdido la costumbre de terminar lo que uno comienza, o por que la otra persona mutó de sentimientos y ahora el amor que nos tenía se ha tornado en simple, seca y absurda obsesión, o por que uno simplemente no se atreve a decirle a la otra persona que no la quiere, por simple mariconería, puede usted valerse de este humilde manual, que ofrece tres simples formas de deshacerse de la persona de la cual uno se aburrió, y de esta forma, terminar, de una vez y por todas, con esta relación que tanto lo atormenta a usted y a mi (a los escritores nos saca de quicio las relaciones sin terminar).

1.- Ley del hielo, u amnesia parcial específica sin razón aparente.

Levántese como todos los días, seguro de que la noche anterior su borrascosa relación se ha visto finiquitada por quien sabe que cosa. El acabose de tanto martirio, finalmente se dio. Finja una resaca de aquellas, y no se siga atormentando con los motivos con los que se deshizo de la pareja. Haga su vida como siempre, y sin que la gripe lo siga. Haciendo exactamente lo que haría en un día común y corriente, como si nunca hubiera conocido a esa persona no grata, de la cual se acaba de librar.

Esté atento. Lo más probable es que reciba mensajes de texto, o llamadas de una persona que argumenta ser su pareja sentimental. No haga caso. Hágale saber de que es usted un ser que no gusta de ese tipo de amarres, y que ya lleva solo un buen tiempo. Cuelgue. Hay probabilidades de que la persona, en una clara muestra de su insano estado mental, insista y nombre fechas, recuerde inexistentes sucesos supuestamente vividos entre esa persona y usted, y haga un recuento de algunas cosas que solo podría saber alguien que lo conoce muy bien. No flaquee. Simplemente cuelgue el teléfono las veces que sean necesarias, y en el peor de los casos, apague el móvil. Duerma tranquilo y con la seguridad de que usted, nunca –léalo bien, résaltelo con ese chillón amarillo que usa en sus cuadernos antes de un examen- , nunca, conoció a ese desquiciado personaje. Usted siempre ha estado solo.

2.- Desaparecer

* La forma que se presenta a continuación requiere de recursos económicos, y pocas responsabilidades que cumplir en la localidad donde se llevó a cabo la relación sentimental. De no contar con estos requisitos, favor de pasar a la tercera forma.

Levántese muy temprano, y déle un beso a todas las personas que uno quiere. Mírese al espejo del baño por un largo lapso de tiempo. Visualícese barbado, con el pelo largo y algo sucio. Es probable que el transcurso de los próximos meses, lo conviertan en un personaje parecido al de su visualización.

Haga sus maletas. Si no posee una demasiado grande y manejable, compre una de confiar. Empaque lo mínimo necesario. Deje una nota a la persona de la cual se quiere deshacer, y mienta. Como a usted mejor se le ocurra. Mienta con todas sus fuerzas al escribir esta nota. Ensaye, si es que lo cree necesario. Ponga razones, invente familiares en algún inhóspito lugar del planeta. Lo que sea. No es necesario que sea muy creíble. Solo que usted se lo llegue a creer, siquiera un poco. Como recomendación, escriba que tuvo una revelación, y que tuvo que viajar con carácter de urgencia a Mozambique, en búsqueda de aclarar todo. Ponga que no asegura su regreso, y en caso de que este se de, no asegura ser, a su regreso, la persona que partió. Culmine la breve nota –siempre es bueno ser breve- con un abrazo. Digo, escriba “un abrazo…” y ponga su nombre con su mejor letra.

Luego, compre un pasaje de bus (en los aviones uno siempre se encuentra con los familiares de la persona no deseada) y enrumbe hacia el infinito y más allá. Mismo Bozz Ligth Gear. Visite parajes nunca conocidos. No se afeite. Siga su viaje y cuando la tierra se le acabe, tome un barco que cruce el pacífico entero. Llegue a Europa y trepe la Torre Eiffel sin usar ascensor. Tome un café el los altos de la torre, y baje de nuevo a trote.

Consiga un departamento en la ciudad europea que prefiera. Consiga un trabajo mal pagado, que lo deje exhausto. Prevea que en algún momento lo despedirán (a nadie le gusta trabajadores barbados, sucios y con pelo largo). Cuando pase esto, haga chakiras y collares y véndalos a los turistas. Haga amigos de todo el mundo, y tómese fotos con ellos.

Regrese en unos buenos años, y haga como que nada pasó. Cuando llegue, su tormento habrá terminado. La persona no deseada, de seguro andará casada con algún tonto o tonta. Usted bailará feliz, y contará todo lo que vivió en el continente, en Europa, y en Mozambique.

3.- Matar a la persona no deseada

Levántese muy temprano. Báñese y acicálese. Vístase bonito, como en una primera cita. Llame a la persona de la cual planea deshacerse, y coordine una salida rutinaria. Proponga una velada de películas y vino en casa suya. Muéstrese cariñoso(a) y apapachador(a). No se negará.

Compre un hacha, un machete y unas gotas de cianuro. Muchas bolsas negras. Un pañuelo para el sudor. Otro más, y una botella de alcohol. Compre, además, el vino. Y rente una película. No compre piratería. Eso no está bien. Si le sobra dinero, compre chicles, chupetines, alguna corbata graciosa y un sombrero de copa.

Afile el hacha y el machete, y planee un lugar donde enterrar los mismos. Y otro, más seguro aún, donde enterrar el cuerpo inherte de la persona no deseada. Luego, forre con bolsas negras su sofá, que no es conveniente manchar el mueble blanco de su sala con la sangre de la persona no deseada. Eso podría ser sospechoso.

Espere la noche con ansias. Cocínese y coma. Ábrale la puerta a su pareja, y disimule la cara de odio que le provoca compungir cada vez que ella (el) está cerca. Invente una excusa inteligente por aquello del sofá. Fije su mirada en algún punto, e imagine que está al lado de su estrella de cine favorita. Ergo, excítese.


Tenga sexo en el sofá (a pesar del irritante ruido que ocasiona la fricción entre las bolsas negras de plástico y la piel de los cuerpos desnudos). Muy buen sexo. El último y más genial sexo que tendrá la persona no deseada. Luego colóquese la ropa interior, levántese a tomar un vaso con agua y de regreso, ahorque (olvidamos hablar de la soga. Use un pasador grueso. El del chancabuque que utilizó para su viaje a Mozambique, servirá) a la persona que se halla en el sofá, desnuda, fumando el cigarrillo que corresponde luego de una buena relación sexual.

Una vez ahorcada, bote el cianuro (era por si acaso, pero la ahorcada funciona mejor) y corte con el hacha (el machete servirá para las partes más rugosas y excedente en nervios) el cuerpo de la persona no deseada. Luego, meta cada pedazo con cuidado en las bolsas negras, y entiérrelas en el lugar planeado. Acto seguido, vuelva a su casa y llame a su celular, completando sendas llamadas perdidas. Luego, duerma como bebé y hágase el loco cuando le cuenten de la desaparición de la persona no deseada. Llore y maldiga el momento en que ella se fue. Y por favor, no sea sonso y queme este manual.