martes, abril 12, 2005

Odio los aretes en el ombligo

Por que casi siempre vienen con pulseras multicolores, aretes estrafalarios y frases tontas.
Veo ese metal (a veces plástico) que cuelga, campante e inútil, enajenando, profanando a más no poder el dulce pocillo del ombligo, y me deprimo.

El ombligo es la parte más divertida de uno. Basta con imaginar la persona más formal, recta y autoritaria del mundo, jugando con su centro de equilibrio, aquel agujerillo tan personal, para que, de pronto, la persona se revista de un halo de inocencia y vulnerabilidad.

Odio que la moda asalte al buen ombligo, y lo vuelva, en un dos por tres, soso y sin gracia.
Siempre he pensado que un arete en el ombligo cambia a las personas. Que el metalito este, o el dolor del pinchazo, actúa como un chip cerebral que modifica la conducta. Y entonces podemos ver a grupos enteros de féminas adolescentes exhibiendo su panza, casi siempre plana, con el solo propósito de lucir el piercing de turno. El piercing no es más, para mí, que la cereza del postre. La confirmación absoluta de un estereotipo desgastado.

Si el ombligo hablara, estoy seguro que se quejaría del maltrato con que se lo tratan. Viviría enojado con su dueño por haber sido relegarlo a un segundo plano, por haber sido opacado por una argollita, puntito o demás, que permanece colgado del único lugar donde no debería hacerlo.

Se me ocurre que el piercing en la barriga está, como cada adorno corporal, hecho para mostrarse. Esto significa que las panzas permanecerán calatas, a vista y paciencia de todos, andarán por ahí, luciéndose y compitiendo por ver quien está mejor adornada. Y esto está mal. Terriblemente mal. La panza está para guardarla cual secreto privado. El ombligo no debe ser baratamente mostrado a quien no haya hecho los suficientes méritos. Es una humilde opinión. No vaya ser que el pobre ombligo, con todas sus arruguitas y recovecos, pesque un resfriado.

Odio el bendito arete de moda porque normalmente vienen con risas y conversaciones que no quiero comenzar. Y que generalmente comienzan. Las veo divertidas, jalándose la argollita como quien estira una liga. Y yo que no comprendo por que tanto maltrato. Odio esa moda, porque al odiarla, hace que me sienta un joven viejo. Y pienso, que diría mi abuelita.

Siempre dije que cuando sea papá, voy a ser uno genial. Voy a jugar con mi hijo y con mi hija. No me importará aprenderme el nombre de todos los pokemones, ni manipular muñecas Barbie. Pero eso sí, nada de piercings en el ombligo. Eso sí que no.

Me escucho, me leo... y me parezco al tío al que nunca me quise parecer. Eso también lo odio. Pero sigo pensando en que nada de huequitos en la barriguita. Odio los piercings porque casi todas mis enamoradas han tenido uno, y yo siempre peleé contra el, y siempre perdí.

No tengo problemas con los tatuajes, por más dolorosos que puedan ser, ni siquiera con los que rodean el ombligo, pues me consuelo pensando quie más bien, lo realzan. Pero lo del arete es grave. El piercing esconde el agujero finito más divertido del mundo. Mi parte del cuerpo preferida.
Insisto en que el ombligo es el único pedazo de piel que tiene un fin lúdico. Y eso me gusta. Me aterra pensar en alguien sin ombligo, porque la alegría se acumula ahí. Por eso es que las chicas embarazadas lo tienen salido. Es lo que llamo, un rebalse de felicidad.

Lo afirmo de nuevo. Detesto desde mis tripas, y más allá, los ombligos, camuflados por metales que los agujeran, los atraviesan y, por último, los vuelven simples adornos. No me parece.

6 comentarios:

Bruna Pérez Kirschbaum dijo...

Jajaja, me kgó de la risa este texto. Yo también odio los aretes en el ombligo, odio los aretes en cualquier parte (salvo en las orejitas, muy lindo y femenino)... Pero yo voy más allá. ¡Odio los tatuajes! También odio la mezcla de la lana y el lino, pero no tiene nada que ver. En fin, jamás pensé que el ombligo humano tuviese un fin lúdico, es más, nunca le di importancia... Creo que nadie le dio importancia. Y tal vez por eso se le reinvindicó (¿así se dice?) y se le empezó a adornar. Quién sabe. Por ahí dices que estás en contra de la exhibición de barrigas. ¿Estás en contra del bikini? ¡Eso NO puede ser! ¿Tanto bikini bonito que vemos (compramos) en verano? ¿Tanto bikini luciéndose en las playas del Sur? Hmmm... Tengo mis dudas.

Unknown dijo...

Me encantan tus cuentos cortos.... pero en este tienes 2 errores ortográficos o no se si son de tipeo.... agugerillo es agujerillo y no es alo sino halo.... los 2 en el mismo párrafo... pero me gusta mucho el estilo... fan confirmada!!!! P.D. tengo un piercing en el ombligo jaja....

Robas dijo...

Después de leer este texto, tuve una inevitable necesidad de ir a lavarme el ombligo

Anónimo dijo...

pero son sexys
ami me gusta picar el ombligo de chicas sexys
y me entierro cosas en el ombligo

DaaLissPlastic dijo...

jejeje me encanto el texto de hecho estaba pensando en ponerme uno en el ombligo, pero me suenas convincente haha jeje aunque no lo se, lo considero adorno al ser, al punto medio de cada uno y podria ser un adorno no? al igual que el tatuaje (que por cierto no me gustan) lo realza, pero bueno me agrado mucho el texto. saluditos!

DaaLissPlastic dijo...

q lindo texto! me llega! jeje