Salvo cuando el lunes es feriado.Recuerdo el día en que nació esta fobia. Estaba yo en quinto de primaria. Disfrutaba de los domingos como cualquiera los disfruta. Hasta que me di cuenta de la catástrofe. Ya no era divertido. El maldito lunes no se contentó con ser abominablemente fatídico. Tuvo que contagiar al domingo, infectarlo como la gangrena. Hizo al domingo turbio, triste, atroz.
Siempre he pensado que el domingo comienza demasiado tarde, y nace junto con una zumbante resaca.
Odio el domingo por que la simple aritmética indica que un día de descanso no equivale a seis de trabajo. Entonces... y ahora si, el domingo no solo es atroz, sino injusto. Por que si lo pensamos como un bien social, deberíamos descansar tres días a la semana. Así se tendría que contratar más gente. Por ende, más trabajo para más peruanos. Como dice Sapolio.
Pensemos en una tarde de domingo. O bien una estratégica siesta, o bien la angustia de terminar el trabajo encomendado para el lunes (según los jefes y los profesores, el domingo se puede hacer lo que no se hizo en toda la semana), o bien una película vista un ciento de veces que tiene como principal atractivo, las patadas de Van Dame. Todo un día siete. Perfecto, inmejorable.
Nunca leo los prólogos. Normalmente los paso desapercibido. Y es que detesto las antesalas (por ejemplo, está la irritante hora antes de un partido de fútbol, en la que dos futbolistas frustrados intentan predecir lo que a continuación va a pasar). Así que odio las antesalas tanto como los finales. Las cosas no deberían comenzar ni terminar nunca. El conflicto, la trama en sí es lo interesante de las cosas. Y en el domingo no hay tramas. O es principio, o es final. Y yo que no soy de extremos.
No creo que pueda haber nada más estresante que un día a la semana, donde estas obligado a descansar, a no estressarte. ¡Es demasiada presión!. Eso me estressa. Odio no poder excusarme en lo cansado que estoy para no hacer nada. Y que en mi día libre, me obliguen a tender mi cama. Odio los domingos por que el domingo me toca lavar los platos. Y este es justamente el día en que llegan las visitas,. hay postrecito, platito de ensalada. Ergo: lavo toda la tarde.
Odio los domingos por que tengo tanto tiempo para escribir, que no lo hago. Y porque es el día que uno tiene tiempo para ver televisión. Y es sabido que los domingos no hay nada para ver. Los odio por que queda la nostalgia del viernes y el sábado, y el temor de un nuevo lunes. Por que toda la semana dejas cosas para el domingo. Y entonces te descubres en tu día libre, más ocupado que nunca.
Siempre he pensado que el domingo comienza demasiado tarde, y nace junto con una zumbante resaca.
Odio el domingo por que la simple aritmética indica que un día de descanso no equivale a seis de trabajo. Entonces... y ahora si, el domingo no solo es atroz, sino injusto. Por que si lo pensamos como un bien social, deberíamos descansar tres días a la semana. Así se tendría que contratar más gente. Por ende, más trabajo para más peruanos. Como dice Sapolio.
Pensemos en una tarde de domingo. O bien una estratégica siesta, o bien la angustia de terminar el trabajo encomendado para el lunes (según los jefes y los profesores, el domingo se puede hacer lo que no se hizo en toda la semana), o bien una película vista un ciento de veces que tiene como principal atractivo, las patadas de Van Dame. Todo un día siete. Perfecto, inmejorable.
Nunca leo los prólogos. Normalmente los paso desapercibido. Y es que detesto las antesalas (por ejemplo, está la irritante hora antes de un partido de fútbol, en la que dos futbolistas frustrados intentan predecir lo que a continuación va a pasar). Así que odio las antesalas tanto como los finales. Las cosas no deberían comenzar ni terminar nunca. El conflicto, la trama en sí es lo interesante de las cosas. Y en el domingo no hay tramas. O es principio, o es final. Y yo que no soy de extremos.
No creo que pueda haber nada más estresante que un día a la semana, donde estas obligado a descansar, a no estressarte. ¡Es demasiada presión!. Eso me estressa. Odio no poder excusarme en lo cansado que estoy para no hacer nada. Y que en mi día libre, me obliguen a tender mi cama. Odio los domingos por que el domingo me toca lavar los platos. Y este es justamente el día en que llegan las visitas,. hay postrecito, platito de ensalada. Ergo: lavo toda la tarde.
Odio los domingos por que tengo tanto tiempo para escribir, que no lo hago. Y porque es el día que uno tiene tiempo para ver televisión. Y es sabido que los domingos no hay nada para ver. Los odio por que queda la nostalgia del viernes y el sábado, y el temor de un nuevo lunes. Por que toda la semana dejas cosas para el domingo. Y entonces te descubres en tu día libre, más ocupado que nunca.
Si yo fuera un día de la semana, sería martes. Luego de la catástrofe. Dos por uno en el cine. Sería un martes modelo. Nada de juerga ruidosa, nada de miedo ni descanso sórdido. Juro que no me simpatizaría ningún domingo. Y es que un domingo es reconocible a simple vista. Un vago depresivo. De aquellos que no hacen nada, y se odian por no hacer nada.
Odio el domingo por que no tiene sinónimos. Por que los domingos no pasa nada. Y uno se vuelve como los ancianitos que viven de los recuerdos. Los domingos vivo de lo que hice el viernes y el sábado. El domingo no existe, es una cruel mentira. Es un fraude. No es más que una escala triste. Los doce pasos rumbo a la silla eléctrica. Una maldita antesala, preludio, prólogo de un lunes, cuando, siempre, los zapatos pesan más que los pies, la corbata aprieta demasiado, las horas de clases son más largas, y las de sueño casi ni se sienten.
Odio el domingo por que no tiene sinónimos. Por que los domingos no pasa nada. Y uno se vuelve como los ancianitos que viven de los recuerdos. Los domingos vivo de lo que hice el viernes y el sábado. El domingo no existe, es una cruel mentira. Es un fraude. No es más que una escala triste. Los doce pasos rumbo a la silla eléctrica. Una maldita antesala, preludio, prólogo de un lunes, cuando, siempre, los zapatos pesan más que los pies, la corbata aprieta demasiado, las horas de clases son más largas, y las de sueño casi ni se sienten.
6 comentarios:
no tienes idea de lo identificado que estoy con tu post, el domingo solo es un tiempo para pensar lo mucho que sufriras el lunes y ver que no puedes/tiene/quieres hacer nada !!! ODIO LOS DOMINGOS
Hoy domingo busqué en google: " odio los domingos" y me llevó a tu blog y por ende la este artículo. Esto salvó a mi domingo, unos de los mas olvidables de mi vida.
Dios mío, yo exactamente igual que el Anónimo... :O
Deberíamos formar la Asociación Odio los Domingos, para convertir los domingos en los días más divertidos xDDD
Fuera coñas, vaya mierda de día se presenta. Esto de no poder quedar con nadie porque todo el mundo esté encerrado y ajeno al mundo hibernando y viendo pelis con sus novias es LO PEOR D:
A mí me pasó exactamente lo mismo : )
Justo ahora estoy aùn àlgo perplejo.
Por primera vez en mi vida he tenido la ocurrencia de poner en movimiento mis dedos para escribir lo que todos a mi alrededor han sabido siempre por mis propios labios: ¡Odio los Domingos!
De "pe" a "pa", "con pelos y señales", "de càbo a ràbo" has descrito aùn màs acertadamente que yo mismo, lo que llevo dentro, en mi mente tanto como en mi corazòn (y en la boca del estòmago, tambièn) cada que el jueves va terminando, pues ya el viernes comienza ese gusanito a rascar angustiosa, pero aùn no tan perceptiblemente, en espera del domingo. El sàbado por la tarde tarde-noche, el rascar se vuelve desesperado, desesperanzador; con la inequìvoca certeza de que nada hay que pueda hacerse para detener, o al menos retardar la inminente llegada del Domingo.
Ya en domingo, ningùn sentido tiene la angustia, ni la desesperaciòn. Es demasiado tarde ya para intentar siquiera hacer àlgo. El domingo, de hecho, ya vivo en pleno al menos diez y siete
o diez y ocho horas de nada. De NADA de NADA. Es en verdad horrible. Frecuentemente he deseado poder ser capàz de decidirme a meterme en cama, y dormir lo suficiente para poder despertar ya en lunes, y comenzar a reordenarlo todo para iniciar mi semana. Y de nuevo, claro, resignàndome a que ha de llegar otro domingo al fin de semana...
Què gusto dà el saber que no soy solo una vìctima de los domingos.
Gràcias por ello.
Jorge J.
Jo es curioso, yo también escribí en Google "odio domingos"... Por un momento creí que era el único. Me alivia saber que no es así... En casa los adoran, yo lo detesto.
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