jueves, marzo 16, 2006

Cartas y contestaciones III

Quiero que sepas que tengo todo planeado. Que no hay absolutamente nada por que preocuparse. Ya no debes fingir, mi amada. Nunca más tendrás que hacer como que amas a alguien. A partir de hoy seremos solo tu y yo. Lo juro. El pelmazo ese, que tienes como esposo no podrá encontrarnos nunca. Ya tengo todo planeado, te lo he dicho.

Te lo digo ahora para que no vuelvas a tener miedo. Ya no tienes que sonreír cada vez que él te intente besar la mejilla, ni lanzar gemidos de supuesto placer cada vez que te bese en la boca y en tus pechos. Ahora eres libre, adorada. Solos, tu y yo, y el mundo, el inmenso mundo que es solo para nosotros ahora.

Claro, sería bueno que empaques poco a poco, que guardes tus joyas, que no hay nada peor que una mujer tan linda como tú sin sus joyas. No te preocupes de tu niño, amor, que ya vendrán más. Además bien sabes que a pesar de todo, el pelmazo de tu marido quiere al pequeño demonio ese. Mi plan es perfecto, y al no verte, no le quedará más que cuidarlo y tenerlo como la única cosa que le quedó de ti.

Es triste, lo se querida, pero que se le puede hacer. El pelmazo no es un mal hombre, teniendo en cuenta que siempre te dio todo, pero yo soy de la opinión que todo no es más que suerte. Yo solo tengo un plan para darte, muñeca, pero es un plan infalible que nos hará libres, por fin.

Estoy ansioso ¿sabes? Mi mujer me ha dicho para ir de campamento con los niños en unas semanas, y yo he reído solamente. Porque en unas semanas no estaré más. Estaré, pero lejos de aquí, y contigo en brazos, como siempre debió ser. No tengas miedo, mi princesa, es lo único que te pido. El miedo es razonable cuando no se tiene un plan como este, como el mío, que es infalible, que está tan bien hecho que no admite la menor falla.

Yo se como son las cosas, estoy totalmente consciente de todo, mi querida. Desde esa vez que nos miramos, el día que nos mudamos al costado de tu casa, supe que te quería. Que te quería con todas mis fuerzas y ni todo el mundo junto podría contra este amor. Yo se que eres muy tímida, y que finges ser feliz la mayor parte del tiempo, pero para engaños solo los tontos. Conmigo no tienes por que fingir, mi querida, mi amada. A mi me bastó esa mirada, y un par más cuando coincidimos a la hora de sacar la basura (la verdad es que esperaba que tú la sacaras para recién yo salir) para saber que este amor es mutuo.

Por eso te escribo, para decirte que no debes de preocuparte más, que yo se bien que me quieres, tanto como yo a ti. Así que nada, espera solamente otra carta. La dejaré, como ésta, en el buzón, porque sé muy bien que solo lo revisas tú. Te escribiré explicándote al detalle mi plan, pero por el amor de Dios, esconde las cartas en un lugar seguro. Por favor, no se te ocurra dejar una de mis cartas por ahí, encima de la mesa o a vista y paciencia de tu marido, que ahí sí se arma la de Troya. Ya me pasó una vez que tenía un plan bastante parecido a este, con una chica que era bastante bonita, aunque no tenía esa sonrisa tan mona que tienes tú, y resultó que su esposo encontró la carta y le fue con el cuento a mi mujer. Imagínate que, en un ataque de miedo, ella negó que me conociera y que fuéramos amantes, a pesar que las miradas que nos mandábamos eran tan o más explícitas y sugerentes que las que nos mandábamos tu y yo. El marido intentó mentir, dijo que ella había recibido una carta mía y que se la había dado a leer. Yo se que no fue así, que ella me amaba pero algo le falló. Seguro, porque siempre pasa, que el niño lloró y ella fue a atenderlo. Y entonces la carta encima de la mesa y plaff!!! Ya vez... Todo se arruinó. Mi mujer casi me hecha de la casa y ella desapareció para siempre. Pero la verdad, agradezco que la muy tonta fuera tan imprudente. Al fin y al cabo, si no hubiera hecho lo que hizo, no estaríamos a punto de irnos a vivir lejos, juntos los dos, como siempre debimos estar.

0 comentarios: