miércoles, marzo 15, 2006

Cartas y contestaciones IV

Decía que las cosas andan terriblemente mal querida Dely. El señor Hols hace meses que está con el cáncer que no lo deja ni a sol y a sombra. La señora ya se mandó a hacer el traje de luto y caleta nomás, el cajón, donde pasará una larga temporada, ya está elegido. La señora, ni que decir. Si bien está mejor de la presión, luego de la muerte por leucemia de Pebels no ha sido la misma. Anda sombría e imagínate lo sombría que estará con ese nuevo vestido de luto que planea usar un año entero.
Se que esperabas una carta más optimista Dely, pero las cosas aquí andan terriblemente mal. Con decirte que yo también estoy comenzando a sentir en serio la muerte de Pebels. No era una gran chica, tu lo sabes muy bien, siempre prepotente y con esa cara respingada de mierda. Siempre intentado demostrar lo mucho que valía, lo virtuosa que era. Se que esto no parece una carta, sino la lista tenebrosa de alguien teñido por la tragedia, pero debo contarte que todas las plantas han muerto. O están en proceso de morir. Han sido olvidadas, y aunque he hecho el mayor de mis intentos en mantenerlas vivas, mi poco tiempo (las últimos meses fueron dedicados a Pebels) y mi poca destreza con los jardines no alcanzaron para mantener ni una sola viva. Ando más que triste por esto último, pues sé cuanto amabas este jardín. Lo se porque te veía cuidándolo como si cada planta, cada flor fueran parte de ti. Lo se por el brillo de tus ojos y por la parsimonia de tus manos cuando las cuidabas, por lo dulce de tu voz cuando les hablabas.

Si algo bueno pasa hoy en esta casa, es la nueva actitud de el pequeño Enrique. Sobra que diga lo cruel que siempre fue para con todos aquí. Todo su engreimiento y sus ínfulas de principito, parecieran haber acabado luego de tanta tragedia. Con decirte que ahora me llama por mi nombre y con un cariño poco usual. Últimamente me ha dado bastante lástima el pobre, porque a pesar de lo mal que se portó siempre, nadie se merece tanta desgracia a tan corta edad. Así que últimamente he ordenado que le cocinen su comida favorita cada dos o tres días, y ya no me molesto porque esté en la mesa a la hora indicada. Si bien estaba furioso luego de que te fueras, al punto que pensé en renunciar, creo q es mi deber, luego de tantos años sirviendo aquí, seguir siendo el mayordomo de esta familia, siquiera hasta que tanto acontecimiento funesto deje de asomarse con tanta periodicidad. Se que en unas semanas las aguas se calmaran, y cuando esto pase te prometo que hablaré con la señora para que te reponga en tu puesto, para que tu misma sanes a las plantas que tanto quieres. No sabes cuanto te extraño, mi querida Dely, pero en estos momentos no puedo insistir en tu regreso, pues sería muy sospechoso. Te amo a mares, mi adorada Dely, responde esta carta lo antes posible, que ante tanta tragedia, tu aliento se convierte en mi única razón para aguantar todo este despelote.

0 comentarios: